lunes, 13 de octubre de 2008

De Madrugada...

<< - Te echo de menos... - pensó ella, mientras guardaba su rostro entre las manos.

Ni siquiera el frío de la noche impidió que saliera del barullo de gente para respirar. Por un momento sintió que le faltaba el aire. No soportaba seguir fingiendo, tampoco aquellos ojos inquisidores, ansiosos por conocer el motivo de tanta tristeza donde antes sólo había alegría e ilusión.

Había escapado una vez más, como solía hacer cuando los pensamientos la asediaban y paralizaban sus actos, a veces incluso sus movimientos. Ya se había sorprendido a sí misma más de una vez parada en medio de alguna calle con la mirada perdida y la gente sorteandola.

Se agachó y se sentó en el suelo, manteniendo aún la cara oculta. Sólo cuando un escalofrío recorrió su espalda notó que las lágrimas habían comenzado a deslizarse por sus mejillas.

- Otra vez no. Lo prometiste. Te lo prometiste... Niña tonta, si al final nunca haces nada... - se dijo enfadada.

Eran tantas las cosas que se había propuesto no hacer en los últimos años y que no había cumplido que una más no le supuso pena alguna.

Levantó la vista para secarse las lágrimas cuando lo vió. Sintió que el alma se le cristalizaba. No sabía cuanto tiempo llevaba allí, inmóvil, pero su mirada le pareció fría, igual que la noche que caía sobre ellos. ¿Fría? No, estaba equivocada...

- ¿Y ahora qué? - preguntó ella, con el hilo de voz que el frío y el llanto le permitieron. No hubo sonido alguno. Sólo una lágrima en el rostro de él se hizo protagonista del momento.

- Levanta, no soporto más verte así - le dijo.

Había dejado de notar el frío; el calor de las lágrimas junto a la unión de aquellas almas era lo único presente en la noche. Quizás ahora sí habia llegado el momento... >>


(06:27)

Echaba de menos escribir con facilidad...

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